BazofIA (Slop en inglés) es el término con el que nos referimos al contenido generado por IA de baja calidad, irrelevante y muchas veces erróneo.
Dos ejemplos conocidos:
Microsoft incluyó en una guía de viajes al Banco de Alimentos de Ottawa como una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Además, el texto decía: “La vida ya es bastante difícil. Considera recorrerla con el estómago vacío”.
Amazon se está inundando de libros escritos por IA hasta tal punto que la compañía ha decidido poner límite a la autopublicación de libros: tres por autor.
Este caso es especialmente significativo porque, al margen de la calidad de los libros, esta invasión está provocando que el lector que busca literatura original, lo tenga cada vez más difícil.
Es decir, si había poca saturación digital… ahora aún más.
La IA está cambiando las reglas del juego, y es comprensible que tenga errores. El problema no es la herramienta, es lanzarse ciegamente a ella sin control. Es la promesa de la eficiencia por la eficiencia, de la automatización por la automatización, sin pensar antes, sin pensar más allá.
El ejemplo de Microsoft es un ejemplo pequeñito, ni si quiera es una campaña, es una parte del contenido de una guía. Pero ha hecho mucho ruido y ha generado un gran problema de relaciones públicas.
Y está pasando en todo: chatbots descontrolados y haciendo de las suyas, personalización masiva sin sentido, discursos corporativos automatizados… Ruido y más ruido para un entorno ya de por sí megasaturado.
Es el espejismo de la escala: cuando más no es mejor. Hacer mal contenido de forma más barata. Y como es más barato habrá mucho más.
También pasa con la publicidad. La potencialidad de las herramientas junto a los machacones cantos de sirena de “gurús” digitales prometiendo oro sin apenas esfuerzo, nublan la vista. Es comprensible.
Genero un texto, genero una imagen o un video, y ya lo tengo. Es fantástico. Si así fuera.
O el anuncio de Toys ‘R’ us, cuyo único diferencial es estar íntegramente generado por IA. Otro ejemplo de cómo la IA por la IA no aporta valor y hasta resulta contraproducente.
Un anuncio de juguetes, con una historia que se basa en la emoción y en la conexión humana pero que no lo consigue. Entendido como ejercicio de innovación, de acuerdo. Pero ¿qué valor más aporta si no conecta?
En realidad, no es “oro”, ni siquiera eficiencia, es un problema: desconexión emocional con la marca, saturación de publicidad irrelevante, mayor esfuerzo para diferenciarse... Es decir, erosión de la confianza en las marcas y deshumanización.
Es slopvertising.
Y luego está Dove, usando la IA en su publicidad de forma coherente a su estrategia de marca, es decir, comprometiéndose a no usarla. Y la clave no es que no la use, es que ha pensado cómo la IA le podía aportar valor a la marca. Y el resultado, paradójicamente, era no usándola.
La IA es un gran apoyo, no un reemplazo. Usada así, es como un mal empleado al que se le fía un trabajo muy valioso. Porque sí, será todo muy personalizado y eficiente, pero muy poco humano. Cuando de lo que se trata es de gustar y emocionar, ser relevantes. Diferencia y valor.
Quizá llegue el día en que la IA lo haga todo bien. Hasta pensar mejor que los humanos. Hasta conectar mejor con ellos. De momento, está en pañales. No dejes tu marca en manos de niños.
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