“Epidemia” e “infección”, no se me ocurren mejores palabras para definir los innumerables correos electrónicos fríos (“cold e-mails”) que abarrotan mi bandeja de entrada y me ofrecen poco o ningún valor.
Con la era de la digitalización en pleno big bang, estos correos se han convertido en una táctica popular para que las empresas lleguen a clientes potenciales, hasta el punto de saturar.
Y no sé tú, pero yo ni abro ni respondo a ninguno. El gran volumen de correos electrónicos que recibimos diariamente solo de nuestro trabajo ha hecho que sea difícil examinar y priorizar el resto.
La realidad es que la mayoría se ignoran, se eliminan o se marcan como spam. Además, intentan parecer personalizados, pero se nota tanto que son automatizados que generan el efecto contrario: parecen no solo impersonales, sino que me hacen sentir poco valorado.
Es decir, una pérdida de tiempo y recursos tanto para el remitente como para el destinatario.
Intentar conectar con alguien a puerta fría ya es difícil con un email, corrijo, intentar conectar con alguien a puerta fría ya es difícil como para hacerlo “al por mayor” y arriesgando la reputación de tu marca.
Quizá va siendo hora de explorar nuevas formas de conectar con clientes potenciales, y quizá esas formas no son tan nuevas: construir relaciones y ofrecer valor antes de hacer un discurso de venta. Es decir, pensar en el largo plazo. Algo que, visto lo visto, te puede diferenciar más que nunca.
Si te interesa, tenemos ejemplos.
En Anónima defendemos la creatividad y el largo plazo como activos estratégicos en la construcción y diferenciación de marcas.